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[ES] “En la medida en que comemos no sólo satisfacemos una necesidad biológica sino que nos relacionamos con las plantas, animales y la tierra, con los agricultores y la Organización Mundial del Comercio; nos comemos y bebemos los mares y los ríos las infraestructuras del transporte, a los mayoristas y a los agricultores; cada bocado es un derecho, un abuso, un acto de soberanía o de sumisión; podemos hacerlo solos o con otros, compartiendo o parasitando, como consumidores maduros o como verdaderos depredadores; nos comemos lo cocinado por otros o por nosotros mismos; al comer decidimos cobre el comer de otros, es decir, sobre su vida y su muerte. En toda comida hay una puesta en escena de nuestra concepción de la sociedad; puede ser un acto biológico, pero también un acto de convivencia, de camaradería y hasta una obra de arte. Es un momento rodeado de fantasía, y también de riesgos. Aunque no seamos conscientes de ello, al comer decidimos sobre todas esta cosas. Cuando comemos, nos comemos todo esto.”
Aduriz A.L, Innerarity D. (Cocinar, comer, convivir)
Un viajero llegó a una casa cuyo cartel en la puerta anunciaba: Este pequeño país consta de dos habitaciones llamadas “Negra” y Blanca”. Para recorrerlo debe avanzar por el pasillo hasta donde se divide y girar a la derecha si quiere visitar la habitación negra o a la izquierda si lo que quiere es conocer la habitación blanca.
El hombre avanzó por el pasillo y giró a la derecha. Nada más dar los primeros pasos, empezó a escuchar los primeros quejidos que provenían de la habitación negra. Llego a la puerta, la abrió y entró. Sentados en torno a una gran mesa había cientos de personas. En el centro de la mesa se veían los manjares más exquisitos que cualquiera pudiera imaginar y aunque todos tenían una cuchara con la que alcanzaban el plato central, se estaban muriendo de hambre. El motivo era que las cucharas eran el doble de largas que sus brazos y estaban fijadas a sus manos. De este modo, todos podían servirse, pero nadie podía llevarse el alimento a su boca. La situación era tan desesperada y los gritos tan desgarradores, que el hombre dio media vuelta y se marchó de allí precipitadamente.
Volvió a la sala central y tomo el pasillo a la izquierda que conducía a la habitación blanca. La única diferencia era que no se oían gemidos ni quejidos por el camino. Abrió la puerta y entró. Cientos de personas se encontraban también sentadas en torno a una gran mesa. También en el centro se veían manjares exquisitos y todas las personas tenían fijadas a sus manos cucharas el doble de largas que sus brazos. Pero allí nadie se quejaba ni lamentaba. Nadie se moría de hambre porque todos se daban de comer los unos a los otros.
[EUS] “Jaten dugun neurrian, behar biologiko bat asetzeaz gain, landareekin, animaliekin eta lurrarekin, nekazariekin eta Munduko Merkataritza Erakundearekin erlazionatzen gara; itsasoak eta ibaiak jaten eta edaten ditugu garraio-azpiegiturak, handizkariak eta nekazariak; mokadu bakoitza eskubide bat da, gehiegikeria bat, subiranotasun- edo mendetasun-ekintza bat; bakarrik edo beste batzuekin egin dezakegu, guk geuk janez edo parasitatuz, beste kontsumitzaile batzuk bezala; Bazkari guztietan eszenaratzen da gizarteari buruz dugun ikusmoldea; ekintza biologikoa izan daiteke, baina baita elkarbizitza-, adiskidetasun- eta artelan-ekintza ere. Fantasiaz eta arriskuez inguratutako unea da. Horretaz jabetzen ez bagara ere, jatean gauza horiei guztiei buruz erabakitzen dugu. Jaten dugunean, hau guztia jaten dugu.”
Aduriz A.L, Innerarity D. (Cocinar, comer, convivir)
[ENG] “As we eat, we not only satisfy a biological need, but also relate to plants, animals and the earth, to farmers and the World Trade Organization; we eat and drink the seas and the rivers, the transport infrastructures, the wholesalers and the farmers; each bite is a right, an abuse, an act of sovereignty or submission; we can do it alone or with others, sharing or parasitizing, as mature consumers or as true predators; we eat what is cooked by others or by ourselves; when eating we decide about the eating of others, that is, about their life and their death. In every meal there is a staging of our conception of society; it can be a biological act, but also an act of coexistence, camaraderie and even a work of art. It is a moment surrounded by fantasy, and also by risks. Although we are not aware of it, when we eat we decide on all these things. When we eat, we eat all of this.”
Aduriz A.L, Innerarity D. (Cocinar, comer, convivir)
Bidaiari bat etxe batera iritsi zen, eta etxe horren atean honako hau adierazten zen: herrialde txiki honek bi logela ditu, «Beltza» eta «Zuria» izenekoak. Hura zeharkatzeko, korridorean aurrera egin behar duzu, zatitzen den lekuraino, eta eskuinera biratu, gela beltza bisitatu nahi baduzu, edo ezkerrera, gela zuria ezagutu nahi baduzu.
Gizonak pasiluan aurrera joan eta eskuinera jo zuen. Lehen urratsak eman bezain laster, gela beltzetik zetozen lehen intziriak entzuten hasi zen. Atera iritsi, ireki eta barrura sartu zen. Mahai handi baten inguruan eserita ehunka pertsona zeuden. Mahaiaren erdian, edonork imajina zitzakeen jaki bikainenak zeuden, eta, nahiz eta denek koilara bat eduki erdiko platerera iristeko, gosez hiltzen ari ziren. Arrazoia zera zen, koilareak besoen luzeen bikoitza zirela, eta bere eskuetan finkatuta zeudela. Horrela, denak zerbitzatu zitezkeen, baina inork ezin zuen jakia ahora eraman. Egoera hain zen etsigarria eta garrasiak hain lazgarriak, non gizonak alde egin baitzuen ahalik eta azkarren.
Erdiko gelara itzuli eta ezkerreko pasiloa hartu zuen, gela zurira zeramana. Bidean ez zen ez intziririk ez kexurik entzuten. Atea ireki eta barrura sartu zen. Ehunka lagun zeuden mahai handi baten inguruan eserita. Erdian ere jaki goxoak zeuden, eta pertsona guztiek halako bi koilara zeuzkaten eskuetan. Baina han inor ez zen kexatzen, ezta deitoratzen ere. Inor ez zen gosez hiltzen, denek elkarri jaten ematen ziotelako.
Un viajero llegó a una casa cuyo cartel en la puerta anunciaba: Este pequeño país consta de dos habitaciones llamadas “Negra” y Blanca”. Para recorrerlo debe avanzar por el pasillo hasta donde se divide y girar a la derecha si quiere visitar la habitación negra o a la izquierda si lo que quiere es conocer la habitación blanca.
El hombre avanzó por el pasillo y giró a la derecha. Nada más dar los primeros pasos, empezó a escuchar los primeros quejidos que provenían de la habitación negra. Llego a la puerta, la abrió y entró. Sentados en torno a una gran mesa había cientos de personas. En el centro de la mesa se veían los manjares más exquisitos que cualquiera pudiera imaginar y aunque todos tenían una cuchara con la que alcanzaban el plato central, se estaban muriendo de hambre. El motivo era que las cucharas eran el doble de largas que sus brazos y estaban fijadas a sus manos. De este modo, todos podían servirse, pero nadie podía llevarse el alimento a su boca. La situación era tan desesperada y los gritos tan desgarradores, que el hombre dio media vuelta y se marchó de allí precipitadamente.
Volvió a la sala central y tomo el pasillo a la izquierda que conducía a la habitación blanca. La única diferencia era que no se oían gemidos ni quejidos por el camino. Abrió la puerta y entró. Cientos de personas se encontraban también sentadas en torno a una gran mesa. También en el centro se veían manjares exquisitos y todas las personas tenían fijadas a sus manos cucharas el doble de largas que sus brazos. Pero allí nadie se quejaba ni lamentaba. Nadie se moría de hambre porque todos se daban de comer los unos a los otros.